Duele jugar con 10
Montevideo, Uruguay, fue la ciudad que acogió el primer mundial de fútbol de la historia. Un estadio que se construyó en 8 meses, una rivalidad con Argentina que tuvo un capítulo más y un sinfín de anécdotas que pasarían a la historia. Jules Rimet levantaba el telón del torneo más importante de selecciones en el mundo.
Año 1930. Carlos Gardel
atravesaba el mejor momento de su carrera como cantante de tango y terminaría
dedicando una presentación para cada selección, (Uruguay y Argentina) antes de
que estas 2 disputaran la final del mundial de dicho año. Aunque el francés no
asistió al encuentro definitivo, sentía afinidad por ambos países debido a los
recuerdos de su infancia y las amistades que había cosechado en cada uno de
ellos.
A pocos meses de iniciar el
certamen mundial, todo parecía venirse abajo por las negativas de los países
europeos a participar. La mayoría se basaba en el largo y tortuoso viaje que,
para la época, debía realizarse en barco. Jules Rimet, presidente de la FIFA y
organizador del torneo, logró convencer con su proyecto, a 4 selecciones de dicho
continente (Francia, Bélgica, Rumania y Yugoslavia), quienes se sumaron a otras
9 selecciones del continente americano, para dar un total de 13 países, con los
que se echó a andar la primera Copa del Mundo de la FIFA.
Entre los países americanos se
encontraba una jovencísima Bolivia, selección que, hasta el inicio del mundial,
apenas había disputado 7 partidos oficiales pues la creación de su federación
data del año 1925, tan solo 5 años atrás del primer torneo mundial. Los altiplánicos
llegaron a Montevideo después de muchos contratiempos, y jugaron su primer
partido frente a la poderosa selección de Yugoslavia.
Aquel partido, disputado el 17 de Julio de 1930, era el segundo del grupo 2. El primero había finalizado con la victoria de Yugoslavia sobre Brasil por 1-0. Los bolivianos, “novatos” en cuanto a encuentros de este calibre, decidieron planear una estrategia para ganarse a la hinchada uruguaya y afrontar de una manera más amena el complejo encuentro. Cada uno de los 11 jugadores llevaría pintada en su camiseta una letra diferente para que, al juntarse en la foto pre-partido, se pudiera leer la frase “VIVA URUGUAY”.
Un problema estomacal o un retraso en el vestuario, dependiendo de quién cuente la anécdota, hizo que uno de los jugadores no saltara al terreno de juego en el momento planeado. El jugador ausente tenía una de las 3 “Us” de la frase, en su camiseta y, para colmo de males, era la última. Cuando el equipo ”completo” posó para la foto, se pudo leer “VIVA URUGAY” frase que, por supuesto, dejó sorprendidos a unos e indignados a otros, de los fanáticos locales. Después del alboroto, el jugador que faltaba llegó y el equipo pudo mostrar la frase correcta… pero la foto, con aquella extraña frase, quedó para la historia.
Foto oficial de la selección Bolivia antes de iniciar su partido frente a Yugoslavia
Como anécdota quedará que el equipo boliviano entró al terreno de juego con 10 y terminó con 10. Uno de sus jugadores, Gumercindo Gómez, sufrió una doble fractura en la pierna derecha y tuvo que abandonar el partido antes de finalizar la primera parte. Una doble lección para la joven selección que comprobó lo que duele jugar con 10.
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