El 10-1 que nunca fue

La copa del mundo de Brasil 1950 siempre será recordada por la hazaña realizada por Uruguay. Sin embargo, en ese mismo certamen, se presentaría una de las historias más insólitas de toda la historia del fútbol mundial.


Estados Unidos previo a su partido frente a Inglaterra

Los ingleses, “inventores del fútbol”, aún no habían participado en ninguna Copa del Mundo debido a las diferencias sostenidas con la FIFA desde los años 20. A Brasil llegaban como los máximos favoritos. Tenían hombres con un amplio recorrido profesional; entre ellos al delantero estrella Tom Finney y al mejor jugador de la época, el gran Stanley Matthews.

En su primer partido, ante Chile, los europeos cumplieron las expectativas y ganaron de una manera relativamente cómoda por 2-0. Después de aquel encuentro, considerando que el próximo rival (Estados Unidos) era el más débil del grupo, el técnico inglés decidió dejar descansar a Matthews, su gran estrella, para que llegara fresco para el partido frente a España.

Estados Unidos, por su parte, contaba con solo jugadores semiprofesionales, en su mayoría dedicados a otros oficios, en los que se destacaban el arquero Frank Borghi que era conductor de una carroza fúnebre, el mediocampista Walter Bahr que era profesor y el delantero Joe Gaetjens que era lavador de platos. Esto, sumado a la derrota en el debut frente a España por 3-1, hacía presentir una aplastante victoria inglesa.

El día del encuentro, aun cuando los europeos no contaban con su máximo referente en el campo, las casas de apuestas pagaban 500 a 1, lo cual en la época era una auténtica locura. Y no era para menos, no había una sola persona que no diera por sentada la victoria de Inglaterra; ni si quiera el arquero americano, que tiempo después admitió que afrontó dicho partido esperando no llevarse más de 4 o 5 goles. Sin embargo, lo que sucedería aquel día en Bel Horizonte quedaría para la posteridad.

6 disparos, 2 de ellos en los palos y unas atajadas milagrosas por parte de Borghi, fue el resumen de los primeros 12 minutos del partido. Los ingleses se relajan y les dan el balón a los americanos que, ni cortos ni perezosos aprovechan para dar la campanada. En el minuto 38 el profesor (Bahr) lanza una bola larga para el lavador de platos (Gaetjens) y esté, con un cabezazo certero, a la salida del portero inglés, pone el sorprendente 1-0.

En el segundo tiempo Estados Unidos es un frontón, Inglaterra intenta por todas las vías posibles, pero siempre se encuentran con un defensor, o con el portero Borghi que ese día está iluminado. El público se vuelca a favor de los americanos al ver que pueden conseguir el triunfo. Los minutos pasan y, por fin, la victoria se consuma. ¡BATACAZO EN BEL HORIZONTE! Después del partido el mismo árbitro declararía que si no fuera porque él había juzgado el encuentro, no lo creería. Lo insólito llegaría después. Los jugadores estadounidenses son sacados en hombros por los aficionados.

Gaetjens, autor del único gol del encuentro, es sacado en hombros

La noticia se regó como pólvora hasta llegar a los diarios británicos. En ese entonces llegaban por télex y muchos, al recibir el resultado de 1-0 a favor de Estados Unidos, presumieron que se trataba de un error tipográfico, y presionados por la publicación de la noticia debido a la diferencia horaria decidieron titular: Inglaterra 10 – Estados Unidos 1. Mientras tanto, en el New York Times, decidieron no publicar la noticia al pensar que se trataba de una broma.

Para la historia quedará que Inglaterra, ya con Matthews en cancha, perdió su último partido frente a España. Los inventores del fútbol habían pasado sin pena ni gloria por su primera copa del mundo.

David Ricardo Guerrero

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