El minuto que estremeció al Camp Nou
Quién
diría que el mismo salvador de aquel día, 20 años después, iba a estar sentado
en el banquillo de director técnico. Por ahí bien dicen que el fútbol es la
dinámica de lo impensado. Todo comenzaría una mágica noche de 1999.
Ryan Giggs estaba en el
esplendor de su carrera, y unos jóvenes David Beckham y Andriy Shevchenko empezaban
a dar pinceladas de su fantástico talento (ese año quedarían en la 2da y 3ra posición,
respectivamente, en la lucha por el balón de oro). La Liga de campeones aún no
tenía el formato actual. La fase de grupos era con 24 equipos divididos en 6
grupos, por lo que debían pasar los 1eros y los 2 mejores segundos.
El grupo D de aquella
competición fue dinamita pura. Se encontraron 3 máquinas de jugar fútbol, Bayern Münich, con un Lothar Matthäus
en el final de su carrera y sediento de una Liga de Campeones, Manchester United, liderado por Peter
Schmeichel en el pórtico y un poderío de ataque imparable, y Barcelona, que contaba en sus filas con
el mismísimo Rivaldo, jugador que, finalmente, se llevaría el balón de oro ese
año.
De aquel grupo de la “muerte”
pasaron a la siguiente fase Bayern Münich como primero con 11 pts y Manchester
United, como uno de los 2 mejores segundos, con 10 pts. Barcelona, con 8
unidades, quedó eliminada porque de 12 puntos que disputó contra sus rivales
directos, apenas pudo sacar 2. Le salió cara aquella derrota, en el propio Camp
Nou, ante el club alemán por 1-2. En los cuartos de final el Bayern Munich se
encontraba con el también equipo teutón, Kaiserslautern, mientras que los
ingleses se topaba con un Inter de Milán que venía encopetado después de quedar
1ro en el grupo del poderoso Real Madrid.
La final de aquella edición
de la Liga de Campeones se disputaría en el Camp Nou. El estadio del Barcelona
se vestía de gala para recibir a los 2 mejores equipos del torneo. Como en un
cuento de hadas donde todo es un sueño y una utopía, Bayern Münich (dejando en el camino al ya mencionado Kaiserslautern
y, en semifinales, al Dinamo de Kyev de aquel exultante Andriy Shevchenko) y Manchester United (eliminando a Inter
de Milan y a la Juventus de Zidane, Henry y Del Piero, solo por mencionar
algunos), se volvían a encontrar. Esta vez, a partido único. Esta vez era a “muerte”.
Ambos partidos que los
habían enfrentado en la fase de grupos, resultaron empatados (2-2 en Alemania y
1-1 en Inglaterra), por lo que la final se presagiaba aún más dramática. Miles
de aficionados de ambos equipos llegaron directamente a Barcelona para ver el
espectáculo. El estadio aquella noche lucía abarrotado y nadie se quería perder
de aquel encuentro crucial. Bayern Münich podía volver a ganar la competición
después de aquella triple coronación entre los años 1974-76, y Manchester
United estaba ante la posibilidad, tras aquel lejano título del año 1968.
Después de tanta espera, ninguno estaba preparado para perder.
Pierluigi Collina, aquel
robusto y temperamental árbitro, y catalogado a hoy día como mejor árbitro de
todos los tiempos, era el encargado de dirigir aquel decisivo encuentro. Una vez hizo sonar su silbato, transcurrieron
apenas 5 minutos para que Mario Basler, a través de un tiro libre, pusiera en
ventaja al equipo alemán. Después de eso, el partido se convirtió en un juego
de ida y vuelta, con escaramuzas pero sin emociones importantes. Manchester
United, lanzado al ataque, buscaría en el banco la posible solución a su falta de
efectividad. En el minuto 67 Alex Ferguson, técnico de los ingleses, pone en
cancha al delantero Teddy Sheringham por el mediocampista Jesper Blomqvist. Y
en el minuto 81 ingresó a otro delantero, Ole Gunnar Solskaer, por el también
delantero Andy Cole. El escocés se resguardaba en aquella vieja frase “el todo
por el todo”.
Llegó el minuto 90 y el
marcador seguía 1-0. Tiro de esquina a favor del United y al cobro iba aquella
joven maravilla que era la revelación de dicha edición, David Beckham. Schmeichel
sube al ataque desesperado por el empate. El balón vuela por el aire y cae en
el corazón del área, el Camp Nou se silencia; salto en falso de 4 hombres,
Yorke (delantero del United) la intenta mantener en el área, pero un defensor “rechaza”,
le cae el balón a Giggs que patea con la derecha (su pierna menos hábil), el
balón va desviado y todos lo ven pasar esperando que salga por la última línea,
pero… SÍ, aparece Sheringham para rematar casi debajo del arco y, por fin,
vencer la resistencia de un Oliver Kahn que hasta el momento era una muralla.
Con el 1-1 todos se preparan
para el tiempo, extra. A pesar de tener la victoria en el bolsillo, los
alemanes debían reponerse para enfrentar los siguientes 30 minutos; ¿O no? Saca
de centro el Bayern y pierde la pelota, con el tiempo por terminar el
Manchestre deja los restos y lanza un ataque por la banda izquierda que termina
en otro tiro de esquina. Una vez más al cobro va Beckham. Aunque parezca
increíble, los que ahora sufren son los seguidores teutones. El Camp Nou vuelve
a quedar en silencio y los segundos parecen siglos.
El balón va por el aire en cámara
lenta. Esta vez la redonda cae en el primer palo. Sheringham (otra vez él) se
levanta y cabecea hacia el arco pero sin fuerza, todos son espectadores de lujo
en el área del equipo alemán, hasta que aparece un pie que se interpone entre
el balón y el pórtico de Khan… es el de SOLSKAER, aquel jugador que ingresó en
el minuto 81, y que actualmente es el director técnico del Manchester United.
El balón se desvía y se cuela por la parte superior, derrotando por segunda
ocasión al portero alemán. En ese momento todo fue júbilo inglés y desgracia
alemana. Todo sucedió en un minuto.
Cuenta la leyenda que
Collina no dio tiempo ni de poner el balón en el centro. Inmediatamente terminó
de dar el pitazo final, fue directamente a consolar a los jugadores alemanes
que se habían derrumbado después de no creer la manera en la que habían
sucedido las cosas.
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