El regate de Cruyff
El mundial de Alemania 1974
fue para Johan Cruyff, Rinus Michels (entrenador) y toda la selección
holandesa, mejor conocida como “La Naranja Mecánica” (por su soberbio
despliegue futbolístico dentro de terreno de juego), una deuda que nunca se
pudo saldar. Al salir derrotados en la final por la Alemania Federal, serían eternamente
conocidos como “el campeón sin corona”.
Para esa Copa del Mundo,
Michels había encontrado en Cruyff al estandarte perfecto para la práctica del
fútbol que él quería, un fútbol en donde no existieran posiciones estrictamente
asignadas, y en el que cualquier jugador pudiera suplir al compañero,
dependiendo del contexto del partido. Ese fútbol, después de aquella
maravillosa representación brindada por el equipo europeo, fue denominado como “Fútbol
Total”.
Acompañado por hombres como Neeskens,
van Hanegem, Jansen y Jongbloed (guardameta que curiosamente llevaba en su espalda
el número 8) entre otros, Cruyff fue demostrando, partido a partido, un nivel
superlativo; el mismo que le permitió llevar al Ajax de Ámsterdam a lo más alto
del fútbol europeo, ganando 6 Ligas, 4 Copas de Holanda, 3 Copas de Europa, 1
Copa Intercontinental y 1 Supercopa de Europa.
Antes de aquella fatídica final
ante la Alemania Federal, Holanda disputó 7 partidos de los cuales ganó 6 y
empató el restante, marcando 14 goles y recibiendo apenas uno. Curiosamente el
único tanto que recibió, fue en su victoria sobre Bulgaria; un autogol de su
defensor Ruud Krol. Y, aunque frente a Suecia fue el único partido del certamen
en el que “La Naranja Mecánica” no
marcó, también pasaría a la historia por una genialidad de Cruyff, que aún hoy
en día perdura.
Un jugador holandés cambia de
frente de derecha a izquierda a la posición donde se encuentra Cruyff quién,
ante la presión de un defensor, realiza un control defectuoso pero logra pisar
la redonda para ubicarse entre ella y su rival. Y es aquí cuando viene algo que
hasta la fecha nunca se había visto, y que dejó maravillados a los más de 50
mil aficionados que disfrutaban del encuentro.
De espaldas al arco y sin
dejar de cubrir el balón, lo adelanta un poco para realizar un centro cerrado
con la pierna derecha, el defensor adivina las intenciones de Cruyff y se lanza
a evitarlas, pero… esperen, el holandés en vez de centrar, hace un movimiento
rápido; con su borde interno pasa el balón por detrás de su pie de apoyo, sale
en velocidad hacía la última línea y realiza un centro que, aunque no terminó
en gol, dejó grabada una maniobra que hoy en día realizan muchos de los
jugadores más talentosos del planeta.
Aunque Cruyff no logró
llevarse ni el partido ni la copa, se llevó el premio al mejor jugador del
certamen, y el hecho de ser pionero de uno de los regates más famosos de toda
la historia del fútbol.
David Ricardo Guerrero
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