Valderrama enloquece al Meazza
Un desconocido equipo sudamericano,
liderado por un hombre de rizos dorados, y un juego de transiciones rápidas y
profundas, aterriza en Italia 1990 para mirar a la cara al futuro campeón.
Aquel día, en el Giuseppe Meazza, se vivió uno de los partidos más recordados
de los mundiales.
Colombia había tenido su única
participación en el mundial de Chile 1962, siendo eliminada en primera ronda. En
su partido frente a la Unión Soviética, tuvo la capacidad de anotarle en 4
oportunidades al entonces, mejor arquero del mundo; Lev Yashin. Además, fue la
primera, y sigue siendo la única selección, en marcar un gol olímpico, en la
historia de los mundiales.
Después de aquellos hitos, el
nombre de Colombia quedó en el olvido de los mundiales. Tuvieron que pasar 28
años para que el país sudamericano volviera a una cita orbital. Y, aunque
parezca increíble, lo hacía en una de la épocas más oscuras y terribles de toda
su historia. El fútbol llegó como aquella gota de agua en el desierto, para
darle un ápice de felicidad, a un país castigado por la violencia.
En el Mundial de Italia 1990,
Colombia se presentaba ante una débil selección de Emiratos Árabes Unidos, a la
que derrotó con facilidad por 2-0. Perdió en su segundo encuentro frente a
Yugoslavia por 1-0 y estaba obligada, por lo menos a empatar ante la poderosa
Alemania, que a la postre se coronaría como campeona de dicho mundial, para
optar por uno de los cupos a la siguiente ronda.
72 mil espectadores inundaban
el Giuseppe Meazza; los mismos que ese día se llevarían entre sus recuerdos
aquella pintura que les regalaría un hombre de pelo rubio y desordenado; aquel
que con el número 10 en su espalda dirigía al equipo que, por ese entonces, lucía
una camiseta roja con vivos amarillos y azules, catalogada como una de las más
bonitas de todos los mundiales. Carlos Valderrama su nombre y, esa Colombia era
“suya”.
El partido fue una verdadera
obra de arte. A pesar de que no hubo goles hasta finalizando el encuentro, tuvo
destellos de magia y calidad de parte y parte. En el primer tiempo la selección
Colombia puso el ritmo, el toque y las opciones, y en el segundo tiempo fueron
los europeos los que dominaron. Higuita en el arco colombiano ponía el “show” y
Valderrama en el centro del campo ponía el fútbol.
Al 88, Alemania encuentra el tanto
que “ponía las cosas en orden”. Venía de ser subcampeón del mundo y no se podía
concebir que una selección, prácticamente novata en los mundiales” los dejara
sin los 2 puntos que se le entregaban en esa época al ganador del partido. Todo estaba listo para que Alemania disfrutara
de su 3ra victoria (ya había derrotado a Yugoslavia y a Emiratos Árabes), y Colombia
comprara los tiquetes de vuelta a casa.
Sin embargo, como en el final
de una película de suspenso, lo inesperado ocurrió. Lo que creó, pulió y
detalló ese día Colombia, a través de la transición rápida, un destello
absoluto de creatividad y calidad, y una decisión con cabeza fría en milésimas de
segundos, quedaría en la retina del fútbol mundial, haría explotar al
continente americano entero, y pondría un broche de oro al regreso de Colombia a
la Copa del mundo.
Todo comienza con una
recuperación de Leonel Álvarez, cerca al área colombiana. De ahí en adelante,
en menos de 15 segundos, se producirían 6 toques que dejarían absolutamente atónitos
a los jugadores alemanes. Álvarez se la da a Fajardo, este a Valderrama que se
da vuelta y se la hace llegar a Rincón, de primera para Fajardo que está
apoyando el ataque, Fajardo se la corre a Valderrama y… llega el momento cumbre.
El reloj marca 47:08, adicionaron 3, y todo parece estar perdido.
4 alemanes rodean a Valderrama,
este apenas recibe el balón le da un toque sutil hacia el frente con su pierna
izquierda y, antes de que cualquier rival pudiera llegarle a la marca, desliza
el balón hacia la derecha entre 2 jugadores de blanco que se quedan paralizados
preguntando qué hizo. Pero entonces Rincón, aquel moreno de zancada amplia,
aparece como una gacela para llevarse el balón y quedar absolutamente solo ante
al pórtico alemán. Valderrama, aún estando agobiado por los rivales y el
tiempo, acaba de plasmar un cuadro histórico con aquel pincel que tiene en la
pierna izquierda.
Illgner, portero alemán, sale
con todo para evitar el empate. Rincón, fiel a su estilo, cabeza fría y clase
impecable, ante la mirada inverosímil de los jugadores alemanes, y la vista esperanzada
de los colombianos, ve el único resquicio por el que podía pasar el balón.
Golpea con pierna derecha, el balón se escurre por debajo de la humanidad de
Illgner y se cuela en el pórtico alemán. Rincón había marcado el empate, pero
el verdadero autor era Valderrama.
El Meazza enloqueció, las
tribunas ondeaban banderas colombianas, mientras los jugadores abrazaban a
Rincón. Lo que se había acabado de presenciar era una de las mejores
expresiones de fútbol de toda la historia. 20 segundos, brindados por una
selección “desconocida”, liderada por un rubio loco que hacía pases que eran
puñaladas al corazón, como lo marcarían algunos, tiempo después. La máxima
hazaña de Colombia se había cumplido… ante el mundo entero.
Aquí pueden ver los goles de ese partido:
https://www.youtube.com/watch?v=TJcCeITWBG4
David Ricardo Guerrero
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