La peor de Di Stefano
Su casa siempre fue el
terreno de juego; pero también pasó por momentos tristes y tormentosos. Uno de
ellos, en una gira que realizaba con Real Madrid, cuando el conjunto blanco
empezaba a tener popularidad en el mundo entero. Aunque “leve”, una experiencia
inolvidable.
En los años 50 Real Madrid
empezaba a ser un equipo fuerte y respetado en Europa. Con un jugador como
Alfredo Di Stefano, que para la época era catalogado como el mejor del mundo, y
un avanzado para el fútbol, era capaz de disputar todo campeonato que se le
cruzara por el frente. Sin embargo, las ambiciones de Santiago Bernabéu, su
presidente, iban más allá.
Bernabéu buscaba que Real
Madrid fuera reconocido, no solo en Europa, sino en el mundo entero. Para ello,
instauró giras internacionales, por todos los continentes, y hasta en los
países más remotos; esto, prometiendo a los jugadores ingresos extras por cada
partido disputado y por cada gol de diferencia que pudieran sacar ante los
equipos a los que enfrentaba.
El conjunto blanco realizaba
estas giras una vez era eliminado de la Copa, o unas semanas previas al inicio
de la temporada. Pasó por países de poco reconocimiento futbolístico como:
Estados unidos, Ghana, e incluso Egipto. La fama de Real Madrid se extendía a
lo largo del mundo, y la de Di Stefano también. Era un deleite ver jugar al
que, dentro del terreno de juego, era amo y señor del equipo.
Las célebres giras
continuaban, hasta que, en 1963, Real Madrid llega a Caracas-Venezuela, a
disputar la que, por ese entonces, se conocía como “pequeña copa del mundo”,
donde, por cierto, el conjunto blanco descubrió el talento de Di Stefano. Todo
iba de acuerdo con lo estipulado, hasta que, después del partido con el Oporto
de Portugal, Di Stefano viviría la amarga experiencia.
2 hombres llegan al hotel
haciéndose pasar por policías. Di Stefano no baja y ellos van a buscarlo; lo
convencen para que los acompañe, por “asuntos de trámite”. Santamaría, quien
estaba en la habitación del lado, no pudo hacer nada para detenerlo.
Los hombres lo suben a un auto
y de una vez le hacen saber que ni son policías, ni son “asuntos de trámite” …
son hombres de un tal Canales, jefe de un movimiento armado denominado Frente
Armado Nacional, y que aquello era un secuestro. Le sucedía algo similar a lo
que le sucedió a Juan Manuel Fangio, en La Habana, solo 4 años atrás.
Lo llevan a un apartamento en
la capital venezolana, luego a una finca y de nuevo a un apartamento en el
centro. Se reúne con Canales quien le explica que lo único que quieren es
llamar un poco la atención sobre el movimiento que él dirige. Le hace saber que
no tiene de qué preocuparse, que estaría bien y que pronto lo soltarían.
Después de 3 días los
secuestradores cumplen y lo liberan en una reconocida avenida del centro de la
ciudad. Di Stefano toma un taxi y llega a la embajada desde donde dan la
noticia en Madrid y en el hotel donde se concentraba el equipo. Esa misma noche
volvían a jugar frente a Sao Paulo de Brasil; y para asombro de todos, el
argentino jugó.
El mensaje para el mundo, al
ver al argentino en el terreno de juego unas horas después de su liberación,
era de gran valor. Tuvo que ser reemplazado en el segundo tiempo por Evaristo,
porque durante su cautiverio lo único que hizo fue jugar dominó y damas, y
comer perros calientes. Estaba absolutamente fulminado.
David Ricardo Guerrero
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