Los bigotes, a lo Sansón
Las cábalas en el fútbol se
han convertido en algo normal. Desde persignarse una o 3 veces antes de entrar
al terreno de juego, hasta llevar las canilleras con la foto de alguien para
que lo protejan. Sin embargo, lo que pasó en la década de los 70 en España, es
digno de una historia.
Racing de Santander siempre ha
sido uno de los equipos más queridos e históricos en el fútbol español. Fue uno
de los 10 equipos fundadores de la liga, en la segunda mitad de la década de
los 20. Sin embargo, su irregularidad nunca le ha permitido mantenerse en la
máxima categoría. Llegó a estar en un par de ocasiones en 3ra división, y ahora
se encuentra en segunda, después de haber ascendido de la Segunda B, en la
temporada 2018-2019.
También estaba en segunda
aquella temporada 72-73. Venía de rozar la Segunda B, y tenía que apostar por
un proyecto nuevo para buscar el anhelado ascenso a primera. El presidente del
equipo opta por dejarlo en manos de un técnico prácticamente novato, José María
Maguregui, que llegaba a dirigir después de un paso como jugador por el
Athletic de Bilbao y la selección española, en la década del 50.
Maguregui tenía su propia
estrategia; la tarea defensiva era lo más importante. Sería el impulsor de las
frases “defenderse como los murciélagos, debajo de los palos” y “poner el autobús
en el área”. Tenía claro que, si lograba mantener su arco en 0, podía marcar un
gol en cualquier momento, y si no lo lograba, igual sumaría un punto. Fue el
mensaje claro para sus jugadores antes del inicio de la temporada; y pareció
llegarles.
En los primeros 4 partidos, 4
victorias y ningún gol en contra (0-1, 1-0, 0-1 y 2-0), algo que para la época
era increíble. El arquero Santamaría era el único invicto entre 118 equipos de
la categoría nacional. Venía de ser suplente en el Athletic de Bilbao, y en el
Racing había encontrado su lugar en el mundo. Con defensores como De la Fuente,
Chinchón y Espíldora, se sentía seguro.
Precisamente Espíldora para la
época lucía un robusto bigote, lo que inspiró al técnico Maguregui a dejárselo y
proponerle a sus jugadores realizar lo mismo hasta que perdieran el invicto. Uno
a uno se fue sumando y, hasta Chinchón, al que no le salía, le había pedido al
utilero que se lo pintara con un rotulador, para no desentonar ante sus
compañeros. Los bigotes de Racing habían nacido.
0-0, 1-0 y 0-3 en sus
siguientes 3 partidos; el Racing empezaba a dar de que hablar y sus bigotes
también. Fue hasta la octava fecha donde recibieron su primer gol. 1-1 frente
al Elche y el delantero Melenchón, autor del tanto, se vio sorprendido por
tantas entrevistas y tanta importancia que le daban, aún cuando su equipo ni
siquiera había conseguido la victoria. 1-1 ante San Andrés y después de 9
jornadas el invicto del Racing continúa. Ya hasta a Chinchón se le nota el
bigote.
Su siguiente salida era visitando
a Baracaldo. Un peluquero de aquella localidad decidió asistir al estadio con
sus instrumentos en mano para afeitar los bigotes a los jugadores del Racing,
presumiendo la victoria de su equipo antes de disputado el encuentro. El
partido finaliza 0-0 y se tiene que devolver a casa con la desazón. 1-0 ante
Mallorca y Racing llega a la fecha 11 en primer lugar e invicto.
Llega el turno de visitar al
Rayo Vallecano, otro histórico de la época. No juega en su estadio debido a una
adecuación, y se encuentra en una de las peores temporadas en mucho tiempo.
Además, su estrella se encuentra lesionada. Aún así, el estadio Vallehermoso se
llena, la mayoría van a ver a “los bigotes”. Racing entra al campo con la
pesada, sin bajas, y el Rayo va por la hazaña.
Un gol tempranero y un gol
cerca del final dan la victoria al equipo local. El mítico invicto del Racing se
pierde y se da libertad para que sus jugadores por fin puedan afeitarse. Chinchón
no lo hace. Se ha esforzado mucho para que le salga y se lo deja hasta terminar
su carrera, como lo confesó él mismo, tiempo después.
El Racing se había convertido
en el equipo de todos gracias a su curiosa, pero efectiva cábala. El equipo
lograría el tan anhelado ascenso, pero raspando. Después de aquella depilación
colectiva de bigotes, a pesar de mantenerse invicto como local, salió derrotado
en 9 partidos más. Le pasó lo que a Sansón con su cabellera; habían perdido el
poder. Sin embargo, el objetivo más importante, estaba cumplido.
David Ricardo Guerrero
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