Maradona tumba a Fillol

Considerado por muchos como el mejor jugador de todos los tiempos, Diego Armando Maradona dejó una huella imborrable en el fútbol mundial. Con Argentina, Napoli y Boca Juniors escribiría páginas de oro que aún perduran. Una de esas tantas, en una noche lluviosa de 1981.  

Maradona en su primera etapa como jugador de Boca Juniors

Cuando se habla de Diego Armando Maradona como jugador, se tienen que relacionar las palabras talento, garra y pundonor. Su pierna izquierda se convertía en un arma fulminante que utilizaba el balón para matar. Desparramaba rivales a su antojo y, los arqueros, al tenerlo de frente, solo podían rezar para no ser humillados. Maradona era el fútbol en todo su esplendor. 

Plasmó su nombre para la eternidad, en la historia del fútbol y los mundiales, aquella tarde de 1986 en el estadio Azteca. 4 años después de la llamada “Guerra de las Malvinas”, Argentina e Inglaterra se volvían a enfrentar. Esta vez en el terreno de juego, sin el sonido estruendoso de fusiles. Maradona tomó venganza y, con 2 goles, uno con la mano, conocido como “la mano de Dios” y otro conocido como “el gol del siglo”, llevo a Argentina hasta la cima del fútbol mundial. 

Después de aquel partido, todo fue euforia, nadie podía creer lo que acababa de hacer “el pelusa”, como era conocido Maradona. La acción donde dejaba regados a 6 jugadores ingleses, incluyendo al arquero, en una carrera endemoniada que duró tan solo 10 segundos, le daba la vuelta al mundo. Bobby Robson, jugador inglés, dejaría una frase para la posteridad: “está bien, el primer gol fue con la mano, pero el segundo valió por 2”.

Hazañas inverosímiles marcaron la carrera futbolística de Maradona. Ganar 2 ligas, una copa Italia, una supercopa de Italia y una Copa de la UEFA con Napoli, es una de las más grandes. Convertir a uno de los equipos más modestos de Italia, en una máquina capaz de competir mano a mano con los Michel Platini, Roberto Baggio y Arrigo Sacchi, era una tarea capaz de realizar solo por los elegidos para el olimpo del fútbol. Diego era uno de ellos. 

Sin embargo, uno de los momentos más emotivos, lo dejó en el lejano 1981 cuando empezaba su carrera y militaba en Boca Juniors; la que siempre fue su casa y en donde, al igual que en Napoli, es considerado como un Dios por la huella que dejó. En esa primera etapa apenas estuvo año y medio en las filas del equipo “Xeneixe”, pero fue suficiente para ganar el torneo Metropolitano del 81. Maradona firmó una de sus mejores actuaciones, en el encuentro frente a su archirrival; River Plate.

El clásico entre Boca y River, ido a menos con el paso de los años, es considerado como uno de los más apasionantes del mundo, sino es que el más. No hay uno de ellos que no esté rodeado por la polémica y las trifulcas. La sangre en el ojo, de parte y parte, siempre está. Maradona era consciente de ello, y significaba aún más sabiendo que tiempo atrás River había estado dispuesto a todo para hacerse con sus servicios. 

Aquel día el marco era terrorífico, llovía y la cancha era un auténtico barrizal. Aún así, la expectativa era apoteósica. El equipo de la banda cruzada llegaba a la Bombonera con 5 campeones del mundo a bordo; Fillol (uno de los mejores arqueros del mundo de la época), Tarantini, Alonso, Passarella y el matador Kempes. Combo endemoniado. Por Boca lideraban Maradona y Brindisi. 

En el primer tiempo hay más pierna fuerte que fútbol. La cancha se presta para eso. Las amistades pasan a un segundo plano. Cuando se trata de defender los colores de su club, no hay nada más importante. El marcador al descanso es de 0-0 y el público guardaba la esperanza de que el segundo tiempo fuera mucho mejor. Y fue así. 

Maradona saca el repertorio y convierte a Brindisi en una fiera en el ataque. Este último convierte un doblete y a los 15 minutos del complemento Boca ya está arriba 2-0. River se lanza con todo al ataque, necesita descontar rápido si quiere soñar por lo menos con el empate. Boca encuentra espacios y los aprovecha con sendos contragolpes. Y entonces, llegaría la joya de la corona. Uno de los goles más bonitos y recordados de Maradona. 

Córdoba se escapa por la banda derecha y se hace inalcanzable para los defensas de River, engancha y se la envía de zurda, con un pase bombeado, a Maradona que espera en el centro del área como un 9. El balón vuela y, fiel a su estilo, en vez de rematar de primera, la controla; para cualquiera era una locura hacerlo teniendo en frente a Ubaldo Fillol, pero Maradona no es cualquiera. 

El guardameta sale con todo, el 10 realiza una finta y engancha con su pierna izquierda, Fillol queda jugado y gateando en medio del barro. Maradona lo ha tumbado, está frente al arco y, ante el desesperado intento del último defensor por evitar el gol, como cual pintor que se toma el tiempo suficiente para pulir su obra, Diego avanza unos centímetros, para después, con el borde interno de su pie izquierdo, consentir la pelota y hacerla entrar por el palo izquierdo de la portería rival.  

Maradona define, ante la incrédula mirada de Fillol, para poner el 3-0 definitivo


Maradona se metía en el corazón de los “Xeneixes” y empezaba a marcar una carrera que estaría plagada de momentos maravillosos, e historias dignas de contar. 

Aquí pueden ver el gol


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